“En gustos se rompen géneros” osado, usado hasta el cansancio para dejar claro que existen tantas preferencias como estrellas en el cielo, pero… ¿el reggaetón es la excepción a la regla?

Hace apenas dos semanas tuvimos la oportunidad de ver a Bad Bunny –enemigo de algunos, héroe de otros–,  dando una pequeña demostración de su alcance en audiencia simplemente subiéndose al techo de un camión-escenario recorriendo en él la gran manzana, para que un millón y medio de espectadores siguieron la transmisión de su concierto en tiempo real por Youtube, ¡Un millón y medio de personas! para darle imagen a ese número que no suena tan impresionante, digamos que es equivalente a un concierto del tamaño de 72 Maddison Square Garden unidos (y a reventar).

Después de ver esa cifra inverosímil en el contador de espectadores de la plataforma, llegó una gélida duda a mí: ¿en qué momento, el reggaetón pasó de ser un género para gente no-cool a música para toda la gente posmoderna sin paradigmas musicales? ¡Oh no! Y no me baso en un gusto propio, pero como millenial recuerdo los míticos convivios de finales de primaria e inicios de secundaria: a quien le gustaba el reggaetón era medio señalado por lo descarado de su perreo intenso, se usaba incluso “tepiteño” como un insulto al gremio reggaetonero, haciendo alusión claro, a que ese género solo lo escuchaba uno de los barrios más peligrosos pero legendarios de la Ciudad de México: Tepito.

Los reggaetoneros de aquel 2006 eran “poco conocedores” musicalmente según los puristas rockeros y poperos de ese momento por escuchar artistas como Don Omar, Daddy Yankee, Tito el Bambino, Wisin y Yandel, Arcángel, La Factoría, entre otros, pero al parecer la industria musical decidió burlarse en la cara de todos los pre- adolescentes detractores del reggaetón porque, muy probablemente ya en su edad adulta terminaron cantando toooodavía me acuerdo de ti a la 1am en un antro con bastante alcohol en su organismo y sin voz a la mañana siguiente.

Pero aquí viene otra vez la avasallante pregunta, duda existencial, paradoja de la vida:¿Cuándo terminó por estar –por lo menos– una canción de Bad Bunny en aleatorio con The Rolling Stones, Queen y Nirvana? ¿En qué momento el “raro” es ese que jura que el reggaetón te quema las neuronas? Exactamente en el momento en el que el impresionismo fue considerado arte.

Espero no sonar descabellada, pero tienen en esencia, un parecido en su inserción al mundo que los consume. En la historia del arte, para obtener un contexto de la época en la que se desarrollaron las corrientes es necesario entender que toda corriente artística está siempre condicionada por  la cultura, la sociedad, la economía y la política que le envuelve. Cuando el realismo surgió en Francia, fue justo en un momento de inestabilidad en los cuatro puntos que recién mencioné; a mitades del s. XIX Napoleón III  derrocó la segunda república y reprimió cualquier intento de revocar del poder. Es aquí donde el realismo surge en forma de corriente artística y literaria, como una forma de protesta al representar objetivamente la realidad que les rodeaba, a diferencia de su antecesor, el romanticismo, que como su nombre lo dice, difuminaba la verdad.

El realismo resultó entonces ser real hasta que Édouard Manet descubrió que era su realidad, pero una bastante artificial. Hasta ese momento se pintaba en un estudio, con luces controladas y hojas de árboles que en la naturaleza, sería imposible encontrarlas posadas de ese modo; Édouard Manet entonces fue el encargado de la transición entre el realismo y el impresionismo, pues decidió pintar escenas según lo que veía en el momento: personas de paseo en una barca, a alguien en la playa, o simplemente a una mujer con los pechos al descubierto ¡Vaya atrevimiento! Y más aún, hacerlo fuera de las reglas académicas del “correcto” contraste y de la sólida consistencia de la pincelada; pueden verse sus plastas de pintura que sin ser de contornos perfectos, plasman por superposición la idea y la forma es entendida perfectamente. 

El no venía solo, estaban también los que arrancaron con fuerza el Impresionismo: Monet, Pissarro, Renoir, Cézanne, etc. , quienes tuvieron que organizar su propia muestra pública, ya que por su estilo “desafiante” habían quedado fuera del salón parisino; fue en esa muestra donde el crítico Leroy escribió en forma de sátira: “¿Impresión?..., ya lo decía yo. Puesto que estoy impresionado, es que ahí debe haber impresión…y ¡Qué maestría en la técnica! ¿El papel de la pared en estado embrionario está mejor pintado que esa pintura?” Y de esa crítica, surge el nombre: Impresionismo.

Nuestra realidad no es la misma que la realidad Europea de hace 170 años, lo sé, ya no estamos condicionados por lo que vemos o tenemos según nuestra situación política o geográfica gracias a que hoy todo está globalizado, conectado, pero ¿acaso no estamos en un cambio de paradigma (musical por lo menos) en pleno siglo XXI? A los románticos les pareció irrisorio pintar como lo hizo Courbet, a los realistas les pareció herejía lo que hizo Monet y bueno, ahora el planeta entero alaba a Van Gogh después de que vivió sin vender ninguna de sus pinturas.

Evidentemente, hubo realistas que jamás aceptaron el impresionismo e impresionistas que nunca reconocieron al neoimpresionismo, pero eso ¿los hizo ignorantes? ¿La simpleza de la forma era la transformación natural a la que aspiraba el arte? ¿El cubismo entonces es menos o más de lo que es un Caravaggio? ¡Aquí vienen los puristas, cuidado!

Todo juicio personal, suele confundirse con verdad absoluta; también se suele condenar a quien gusta de una o de otra cosa como si su realidad fuera en algo, parecida a la de cualquier otro y así, creemos ser seres evolucionados y diferentes a los revolucionarios de 1850, mientras que seguimos en general, escuchando a nuestras ideas preconcebidas sobre cómo debería escucharse –en este caso– la música, en lugar de usar los oídos, el cuerpo entero para sentir esa canción. Sea el género que sea, del rock al reggaetón o del reggaetón al rock, el paradigma se está moviendo y quién sabe a dónde nos llevará la oleada de la era global.

Atravesamos justo ahora por transformar todo aquello que antes fue importante –el amor, las relaciones, la “estabilidad”– en algo efímero, que se va tan rápido y tan sencillo como la manecilla pequeña del reloj, o incluso, tan fugaz como una canción de reaggaetón ¿se han dado cuenta que no tienen la parte del “puente”? ¡Se van directo al coro! Verso- coro esa es la estructura, sencilla pero eficaz, perdura en la cabeza semanas o años y bueno, nadie dijo que “menos complejo” es menos importante. Guiño guiño.

En fin, escucha lo que quieras para barrer, llora con las de Chalino, delineate de negro con My Chemical Romance, embriagate con Jenny Rivera, perrea con el conejo, J. Balvin , ¡Haz lo que quieras con tu playlist! Pero porfa: no seas el purista radical musical de tu género intocable, con el tiempo te vuelves insoportable, sin ofender.

Que Dios bendiga el reggaetón, el rock, el rap, el R & B, las rancheras, lo que quieras, amén.